Crónicas de un miércoles cualquiera XLVIII…O de la enfermedad del sueño máximo…
Ring….
- Sí? Dónde estás María, son las 8:30.
- J...
- Qué
- Que no voy. Me encuentro fatal.
- María no te encuentras mal. Eso que tienes se llama sueño y nos pasa a todos. Levántate de la cama y ven a clase.
- Sí? Dónde estás María, son las 8:30.
- J...
- Qué
- Que no voy. Me encuentro fatal.
- María no te encuentras mal. Eso que tienes se llama sueño y nos pasa a todos. Levántate de la cama y ven a clase.
Esto pasaba casi todos los días en la universidad. Mi amigo J. solía sacarme de la cama con un insulto.Lo que J. desconocía es que sí padezco una enfermedad, una fastidiosa condición que, no mata, pero oiga, dificulta bastante la vida tal y como está planteada. Fue el chino de debajo de mi casa el que me reveló lo que me ocurría. Un día mientras pagaba los ganchitos dije como para mi misma: ” Esto no es normal”. Él me escudriñaba. Miraba con los ojos muy pequeños y después asintió fuerte, “¡CHI!” moviendo todo el cuerpo. Me quedé fría. ¿Era la sabiduría de sus antepasados la que hablaba de esa forma tan concisa? Con cierto reparo, le pregunté: “Si, me pasa algo,¿verdad? ya sabía yo que tener sueño todo el rato no era normal”. El chino tras un silencio y una intensa mirada rasgada volvió a asentir rotundo:”¡Chi!” Esta vez juntando las manos.
- “Oh, y ¿usted me podría ayudar?” – quise llamarle maestro, pero me contuve.
- “Chi!”
- ¡¿Pero cómo?!
En aquel momento esperaba que el chino sacase algo, unas hierbas, una uña de dragón o algo, pero él permaneció en silencio observándome, con la bolsa de ganchitos en la mano. Entonces supe que la solución, pequeño saltamontes, la debe buscar uno.
- ¿Sabe qué? – le dije – Le voy a hacer un diario. Y allí encontraremos el problema y usted me guiará hacia la solución.“¡¡Chi!! ¡¡Chi!!” – estirando y agitando una mano con la palma hacia arriba y con la otra sujetando los ganchitos.
Le choqué los cinco, y me fui a escribir mi diario.
22:00 del martes. María – me digo – A la cama ya. – Esto me lo digo en voz alta, mientras pongo la alarma a las 6:30 con toda la buena voluntad. – Mañana termino todo antes de que llegue nadie y me da tiempo hasta a desayunar viendo a Mariló Montero en la cafetería.
- “Chi!”
- ¡¿Pero cómo?!
En aquel momento esperaba que el chino sacase algo, unas hierbas, una uña de dragón o algo, pero él permaneció en silencio observándome, con la bolsa de ganchitos en la mano. Entonces supe que la solución, pequeño saltamontes, la debe buscar uno.
- ¿Sabe qué? – le dije – Le voy a hacer un diario. Y allí encontraremos el problema y usted me guiará hacia la solución.“¡¡Chi!! ¡¡Chi!!” – estirando y agitando una mano con la palma hacia arriba y con la otra sujetando los ganchitos.
Le choqué los cinco, y me fui a escribir mi diario.
22:00 del martes. María – me digo – A la cama ya. – Esto me lo digo en voz alta, mientras pongo la alarma a las 6:30 con toda la buena voluntad. – Mañana termino todo antes de que llegue nadie y me da tiempo hasta a desayunar viendo a Mariló Montero en la cafetería.